Evidencias del impacto de las TIC en la productividad de la empresa. ¿Fin de la «paradoja de la productividad»?



La conocida frase acuñada por Robert Solow en 1987 «La era de los ordenadores puede verse en todas partes excepto en las estadísticas de productividad», supuso el origen del debate en torno a la «paradoja de la productividad», reflejo del hecho de que el aumento de las inversiones en Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) no se reflejaba en los crecimientos de productividad esperados. Robert Solow es un economista estadounidense especialmente conocido por sus trabajos sobre teoría del crecimiento económico, realizó estudios econométricos sobre las inversiones en capital fijo y sobre el impacto de la tecnología en el aumento de la productividad.
Este artículo comprueba que la paradoja de la productividad no es tal, analizando estadísticas de los resultados de empresas manufactureras que implementaron las TIC en sus operaciones,  y en especial en España, donde desde el año 2000 se ha venido teniendo una aceleración en la productividad de las empresas estudiadas.
Hay autores que en sus  estudios han categorizado en torno a dos proposiciones. La primera de ellas refleja el «imperativo tecnológico (las inversiones en TIC por si solas explicarían el crecimiento de la productividad). La segunda incluye el papel de los cambios organizacionales e inversiones complementarias y su interacción con las TIC a la hora de determinar los factores que explican el crecimiento de la productividad (Miller y Rice, 1967; Francalanci y Galal, 1998; Gargallo y Galve, 2004).
El ámbito de revisión abarca estudios que analizan el impacto de las TIC sobre la productividad y en particular los referidos especialmente a los impactos derivados de la inversión y el uso de ordenadores, por ser estas tecnologías sobre las que existe una mayor evidencia empírica. No se han considerado otros estudios que analizan exclusivamente otros impactos y relaciones de las TIC en la empresa ni otro tipo de tecnologías.
A lo largo del tiempo se ha ido constatando que para determinar el impacto de las TIC lo verdaderamente relevante es analizar no sólo la inversión TIC sino el uso de estas tecnologías. Diversos estudios han demostrado que un mayor uso de ordenadores en la empresa provoca incrementos en la productividad del trabajo (Lehr y Licthtenberg, 1999; Gilchrist y otros, 2001; Greenan y otros, 2001; Gretton y otros, 2002).
La evidencia empírica registrada en muchos países de la OCDE desde los años 90 permite afirmar que la paradoja de la productividad a nivel de empresa no parece ser tal. Desde mediados de los 90, y a pesar de las limitaciones en las muestras y de la existencia de importantes sesgos, la literatura pone de manifiesto que las inversiones en TIC contribuyen al crecimiento de la productividad del trabajo a través de los efectos directos derivados de la intensificación del capital (capital deepening), así como al de la productividad total de los factores, de trascendental importancia para el crecimiento a largo plazo de cualquier país.

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